miércoles, julio 12, 2006

La derrota del actor



Macario Schettino
11 de julio de 2006

Desde hace meses se intentó caracterizar a la elección presidencial como una lucha entre izquierda y derecha. A mí me parece una división absurda, que buscaba, por parte del equipo de López Obrador, aprovechar la buena imagen que, en lo general, tiene el concepto abstracto de izquierda, y de paso poderle cargar a sus adversarios las fallas normalmente asociadas al igualmente abstracto concepto de derecha.

Entre ellas, con mucha frecuencia se acusa a ésta de hipócrita.
Es cuando menos llamativo que sea ahora López Obrador, y su coalición, la fracción hipócrita. Este término viene del griego, en donde significa "actor", pero su uso normal en español se refiere a quien miente, a quien engaña, a un farsante. Y eso es lo que ahora está resultando el candidato perredista, frente a una derrota que no esperaba.
El domingo de la elección no hubo reportes de irregularidades, ni queja alguna, porque López Obrador pensaba que iba a ganar. Es más, estaba seguro. Tanto, que su muy cercano asesor, Manuel Camacho, publicó en estas páginas, el lunes 3 de julio, un artículo escrito precisamente en ese espíritu. Un artículo que iniciaba diciendo "los ciudadanos han triunfado", y terminaba diciendo que el mandato del pueblo es "a favor del diálogo nacional y la concertación". Y así es, pero con el otro candidato. ¿No es hipócrita, es decir farsante, escribir un texto así pensando en ganar, para hablar diferente cuando se pierde?

Con toda facilidad, López Obrador acusó al IFE de haber desaparecido 3 millones de votos. Pero él sabía, y sabía su equipo, que esos votos estaban en las casillas con inconsistencias. Porque así ha sido desde el 2000, y porque ellos mismos, en la noche del domingo, estuvieron revisando la información de esas actas. Es decir: sabía en dónde estaban esos 3 millones de votos, pero mintió acusando al IFE de desaparecerlos, para poder argumentar un fraude inexistente.

Al día de hoy, los perdedores siguen hablando del PREP, cuya vida es tan efímera que el miércoles dejó de tener importancia. Insisten en fraudes informáticos, a sabiendas de que el miércoles pasado los distritos electorales contaron acta por acta y con frecuencia voto por voto, sin pasar nunca por ninguna computadora. El conteo distrital, para el que no lo sepa, es a mano. ¿Por qué, si no para mentir, se sigue hablando de fraude informático?

Más aún, insiste López Obrador en que el PREP estuvo manipulado, porque Felipe Calderón empezó con ventaja y nunca la perdió. Esto es absolutamente falso, como lo puede comprobar quien quiera, viendo la bitácora de captura de las actas. En donde sí hubo manipulación, clara y transparente, fue en el conteo distrital, en donde los representantes de la alianza de López Obrador frenaron lo más que pudieron el conteo en los distritos en donde perdían, para que durante buena parte del conteo estuviese arriba su candidato.

No sólo eso, sino que esperaban que los periódicos cerraran esa noche con la noticia de su ventaja, para que a la mañana siguiente pudiesen argumentar un fraude. Sólo el periódico La Jornada cometió semejante barbaridad.

La doble moral de López Obrador es un asunto aún más grave por la facilidad con que él mismo se califica de tener principios. No sólo eso, sino que ha dicho cientos de veces que él no miente. Mintió con los 3 millones de votos, miente con el fraude informático, miente con la manipulación del PREP (e implícitamente con la que ellos hicieron en el conteo distrital). Y miente cuando pide un conteo, voto por voto, sin pruebas para obtenerlo.

De hecho, la impugnación que ahora hace la coalición es por las causales abstractas de la elección. Es decir, por cosas que ocurrieron que harían "ilegítima" la elección, aunque López Obrador haya dicho a Denise Maerker, el 28 de mayo, que la elección era legítima y legal, y que reconocería el resultado, cualquiera que éste fuera. Más mentiras de López Obrador, el candidato con principios, el que no miente. El hipócrita, más bien.

Nadie niega el derecho a impugnar resultados, pero hay que tener un poco de dignidad. López Obrador no perdió por un fraude, perdió por soberbio, por despreciar cientos de invitaciones, por no asistir a un debate, por callar al Presidente, y porque no preparó una estrategia para el 2 de julio. Por eso perdió, y más le valdría asumirlo.



Las 15:19 hrs y sereno